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lunes, 8 de julio de 2013

Descubren en China una pulga fosilizada, Saurophthyrus exquisitus, de hace 125 millones de años.

Científicos de la Universidad de Pekín han descubierto en China el fósil de una nueva especie de pulga, de hace 125 millones de años, a la que han nombrado como Saurophthyrus exquisitus. El estudio, publicado en la revista “Current Biology”, revela que este parásito tenía la boca y el cuerpo más pequeños que las pulgas gigantes, aunque más grandes que las actuales. Esta nueva especie puede explicar la transición de estos animales.
 
El pasado año, el equipo dirigido por Chungkun Shih, de la Universidad de Pekín, descubrió el fósil de pulga más antiguo conocido hasta ahora. Estos parásitos, conocidos como “Pseudopulicidae”, databan de hace 165 millones de años y fueron localizados en el noreste del país. Los insectos tenían hasta dos centímetros de largo, un aparato chupador en forma de sierra, genitales externos, ojos reducidos y antenas cortas.
 
Según explica el investigador chino Shih, las pulgas prehistóricas necesitaban una herramienta especial para cortar a través de la gruesa piel para llegar a la sangre y que el anfitrión no se enterase.
 
Los investigadores estaba trabajando en la misma región de los hallazgos del pasado año cuando descubrieron tres ejemplares de la nueva especie, Sauropthyrus exquisitus. El insecto tiene un centímetro de longitud y el tubo de succión es más pequeño.

Los científicos creen que la configuración corporal estaba dirigida a alimentarse de animales de piel gruesa, así que la perforación de la piel constituía su principal desafío. Los pterosaurios que habitaban la misma región durante ese periodo del Cretácico tenían una piel más fina y sensible que otros animales, como los dinosaurios, así que estos insectos se adaptaron para que sus picaduras fueran menos dolorosas y su presencia más difícil de detectar por el anfitrión.
 
Las cerdas de su cuerpo pudieron ayudar a estas pulgas a aferrarse al animal del que se alimentaban. Y las piernas más largas y los genitales internos quizá permitieron mayor capacidad de salto.
 
El nuevo descubrimiento sugiere que los parásitos evolucionaron al tiempo que sus anfitriones en la manera de chupar la sangre y en las habilidades para esconderse.
 

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